He de regalarte la "c" de la "c" y has de pensar hasta que se acabe el día. Malas palabras para guardarte y malas palabras acompañadas de tus tías. Te acompañas de tu madre a cada encuentro y no sabes aún cómo adelantártela, no logras otra composición. Hallas, en mi peso y mi escritorio los rastros de lo perdido. Te sirven y compones algo. Sirve y ríes de otro modo. Y ya no te quedan las cortinas, incluso tu equipo tiene más edad, han pasado de xxs a short. En menos de un año. Ahora piensas que te robo y te estafo y de la heroicidad pasas a ver el día en la imprudencia. Agotador. Burdo; traer esto y quemar las líneas es no tener planes y cansancio pues apenas estamos en la parte del martes.
Ya no es el inicio y rompo con intención. La frase trae el siniestro. Este uso es el que comprueba lo que deberá quedar fuera. Qué dejar y qué escoger. ¿Qué? El cuerpo tiene doce brazos. Es un sinrazón de giros, es un corretearle al aire. Abrazar la montaña, la colina está en la habitación, sobre la colina, bajo la palma, de revés. Mecánica del aire. Taller de invierno, inestabilidad climática de franjas; a las seis es lluvia, a las diez tomamos lista, a las doce sale el sol, árboles altos agotados, regresan, estamos tras tocar al sol. Deseo de ver las cosas y cambiarlas y sostengo en la mano uno de esos controles o mando a distancia. Deseo de ver las cosas y el mando en la mano y cada cierto tiempo y en ciertas o repetidas secuencias y un dedo hace flip, un dedo hace pip, pit, pip.
Ya no es el inicio y rompo con intención. La frase trae el siniestro. Este uso es el que comprueba lo que deberá quedar fuera. Qué dejar y qué escoger. ¿Qué? El cuerpo tiene doce brazos. Es un sinrazón de giros, es un corretearle al aire. Abrazar la montaña, la colina está en la habitación, sobre la colina, bajo la palma, de revés. Mecánica del aire. Taller de invierno, inestabilidad climática de franjas; a las seis es lluvia, a las diez tomamos lista, a las doce sale el sol, árboles altos agotados, regresan, estamos tras tocar al sol. Deseo de ver las cosas y cambiarlas y sostengo en la mano uno de esos controles o mando a distancia. Deseo de ver las cosas y el mando en la mano y cada cierto tiempo y en ciertas o repetidas secuencias y un dedo hace flip, un dedo hace pip, pit, pip.
Un mando. El loop en repetidas ocasiones. Al acercarme dejo que pueda estimarme y dejo justos uno o dos metros entre, y ha dado vuelta, se ha dirigido hacia el cristal.
El puto cristal, el muy puto espejo y el muy espejo está cubierto o se ha vuelto una cartelera. En seguida somos cubiertos, desaparecidos; cada copia pegada o colgada con cinta y adhesivo nos evita y nos resta la mitad del rostro, la mitad del perfil.
Aprovecho, insisto, ocurre, doy por continuado el estado y la llamada y la tarde se propone vivir durante cinco, menos, un par de segundos. No sé a qué se deben los posibles nombres que se me ocurren dar, es una caída, como si las balas las tirara con las manos. ¿Qué me propongo?
-Qué espera para escribir?
-Qué, no te has dado cuenta?
-Sé que estás en todas partes, sé que estás dentro de cada giba, de cada largo y enredado sábado.
-Debes corregirte.
-Qué, no te has dado cuenta?
-Sé que estás en todas partes, sé que estás dentro de cada giba, de cada largo y enredado sábado.
-Debes corregirte.
Quizá, pronto. Ya serás mi invertido. Mi humano.
Ese tiempo se ha vuelto un mismo ir y venir y tomamos del mismo vaso y la misma agüita; agüita recorre y recircula. Es un tiempo que trae malestar durante las noches. Solo estoy seguro de la intensidad de las imágenes, ese tiempo ha roto la sintaxis visual, apenas reconstruyo una sensación de sorpresa y ciertos tonos y espacios amplios.
Ese tiempo se ha vuelto un mismo ir y venir y tomamos del mismo vaso y la misma agüita; agüita recorre y recircula. Es un tiempo que trae malestar durante las noches. Solo estoy seguro de la intensidad de las imágenes, ese tiempo ha roto la sintaxis visual, apenas reconstruyo una sensación de sorpresa y ciertos tonos y espacios amplios.
El fin del sueño está marcado con grandes espacios, grandes escenarios, un hilo, un pulmón colgado de un hilo en mitad de un gran extenso horizontal espacio. Horizontal. Horizontal de costado, algo chueco, completado por lomas, es el final del estado en que uno sigue debajo de las mantas y el sueño que se caracteriza por sonidos, nombres, incluso por acciones propias del sentido del olfato, un dejo a meta. Nunca estoy tan seguro del sueno, me despierta la agitación de intentar alcanzar una meta.
Cada vez insisto y son solo metas.
Metas.
Ese tiempo está cubierto de propósito. No quiero tiempo obligado. Es el canje de la pérdida y el fracaso.
Más bien, y encuentro explicación en.., y otra cierta comodidad en mirar y describir. Juantito va a la escuela, qué escuela tan acertada! tiene motivos para no faltar. La dirección nace en las yemas de tres o cuatro extensiones. Oprimir, escoger, comprimir, describir, brincar, brincar, brincar, vestir una remera roja, vestir en rojo bordó y levantar la quijada para que la imagen dure otras dos décadas. No he completado un lustro.
Santificado sea, olvido el resto, la intención es no volver, no repetir. Anticipado. Que lo último dure y de vuelta hasta ser el inicio. Justo, mirar la altura, los pies en ese borde.
Camino, brincar, es una falta grave y los dedos se atragantan, hay más de caída y de brazos que parecen arrancar las cortinas. De ese precipicio quedarán horas de meses, años de milenios, sostener con los brazos y haciendo esfuerzo ese terco peso.
Te piensas en un atlas. Sabes que atlas toma gelatina con sorbete. Lo vi. Conduce. Tiene pésimo humor. Le encanta girar en el patio de la organización.
Es un patio, es un garage.
No es admiración y suprimo y evito caer en.
Miro con tanta intensidad que el rumor interno es capaz de deprimir los ojos. Es capaz de provocar una fuga y de perder fuerza en la voz. La voz está en las habitaciones y debajo de cada mesa.
Si tienes cinco mesas en una sola habitación hay cinco posibilidades de perder las fuerzas. Si entras en cada cubo y si te propones enumerar los objetos has luchado y has firmado una remota tragedia. Se ha identificado, firmas tu fundamento y voluntad. Escapar y desaparecer.
Lograr en uno la desaparición del otro. Hacerlo o construirlo. Un agujero del horror. Un sistema solar de agujeros del horror. Una maqueta solar y el núcleo y planetas y no hay agujero de horror; un sistema de agujeros. El borde de ellos. Tragados o respirando aún fuera. Fuera, los pies pisando esos bordes. No demoran en servir y tampoco hemos perdido nuestros asientos. Nuestros pesos siguen tirando hacia abajo. Masticar, usar lo del gusto, olfatear. Cortar, atravesar. El espaciado es mínimo. Encuentro a mamá y mamá tiene visitas, ella acepta ser visitada y la casa está llena de dibujos; porque he de ser breve y nada cauto y son dibujos animados. No puedes creerlo.
No quieres aceptarlo. El dibujo animado agota pronto y mamá tiene puesta la camisa más azul del mundo y yo duermo en sus carnes. No he dormido con mamá. Descanso en sus carnes. Mamá me va pensar durante unas semanas. Luego preguntará por mí. Luego querrá que le deje dinero. Luego recordará la forma en que me metía la mantequilla en la boca. En cada merienda observas mi boca abierta y la mandíbula fuerte cortando, destruyendo. Somos iguales. Tenemos los mismos tiempos y nos sobran al mismo tiempo las mismas horas y dejamos que nos las gasten. Que nos las quiten. Dejamos que nos lo hagan, objetos. Usados. Guardados en detergente.
Las manos espumosas, una mesa para cuatro y un mantel tejido. Un gran mancha y una superficie que desde la puerta se observa turbia, implacable y turbia.
Mis dedos se atragantan con cada grafema que cuelga entre el ventanal, la pajarera de la casa de junto y el hombre que ha venido a instalar el servicio telefónico. Pregunto en voz alta y con bastante intención lo primero que se me ocurre sobre las redes, y son redes que han sido levantadas en puntos tan álgidos y brumosos que es mejor no dar pedir detalles. Es de extraviarse en imágenes vaporosas, en fugacidades que hacen del día una marcha a ciegas. Sin embargo, el hombre sale al paso con una historia mínima, menos anécdota que testimonio de los tantos usuarios a los que visita.
La historia trata el tema de las redes y de cómo los técnicos de overoles han aprendido a saltar el generador de respuesta bistática.
De modo que el hombre levanta su pierna nauseabunda y culera, una que ha sido descompuesta-descompensada de nacimiento y al abrir su ordenador son astutas capas de actualizaciones las que miden el retorno y la frecuencia en ipeis. Una medida popular con la que incluso se realizan órdenes y envíos desde centros apostáticos en el extranjero. El extranjero.
El tipo sin dejar de ocultar su renguera exclama un triunfo.
-Nos han conjugado a una red no detectada- piensa en él, lo piensa tan alto que alcanzo a verlo a través del muro de la sala.
Ilegal. Que no registra movimiento. Que acerca información como el cuerpo de un hombre empujado por la marea hacia la orilla.
-Naturalmente- el triunfo del subtrópico quiere decir dentro de su overol pero soy yo quien debe decirlo, y soy yo hablando por todos los otros usuarios de esta red fantasma.
El hombre camina como empujado por una corriente inerte. Es resuelto dentro de la habitación y también de andar incómodo, de verlo con malestar, ocurre lo mismo con su lenguaje, con su articulación, como si las palabras y específicamente ciertas sílabas fueran puntuadas dos veces.
Como si al decir información también pronunciara información...
/for/
/cion/
o depende del momento y circunstancia particular que está narrando.
o es cosa de nervios, de quien tiene delante como interlocutor.
Tras convencerlo al fin habla, no demasiado, sobre los beneficios de no pertenecer al espacio homologado y, tras plantearme en voces susurrantes que sus redes (la facilitadora) circunscriben datos (saltan el registro mínimo y la cuenta de vistas) explica que jamás han tenido un problema real, abruptas caídas, bajas en el amperaje o motoambaje de direccionamiento, que las suyas son fuentes o servidores con plantas de alimentación propias, de provisión externa al sistema distrital.
-Una baja en el abastecimiento afectaría al edificio y al monoespacio en el que nos encontramos pero jamás dejaría pérdida de datos o subnúcleos desplazados.
Supongo, me digo, que seré un recuerdo y una evocación dentro de unas horas. Ese pensamiento me anima a exigir una red oculta. El modo de ocultar una red (por lo que veo) excede a su propia decisión y control.
Lo observo realizando una llamada a central.
De nuevo lo observo cojear y renguear pero ahora con una mano levantado el walkie.
Llevo toda la mañana tirando oxígeno de baja concentración y gelatinizando las superficies con alcohol de grado 78. Alcohol que descompone la base reticular del sistema que cuelga del muro.
Estoy seguro y de la piel se me escapan gases.
Por la noche los filmes y el entretenimiento prepago tendrán una coloración verdosa. Las tramas pendencieras y el espectro medido en unidades lúmpenes.
Un listado del tropel de moral y freudismo prepago:
Unboxing Sara
Crimen&grime
Unbelivable, we staring at ¡100!
Walter Goodman
Deshojando el otoño
Teoría de la ubicación
Wont suggested
Tres sájanas rosas
Normal: A particular past
The enchanted and furious bolt
Academia